La pobreza y la violencia contra los niños están altamente interconectadas, y los vínculos entre las dos son multifacéticos. La violencia y la privación tienen un impacto acumulativo en el desarrollo de los niños, aumentando los riesgos de mala salud, bajo rendimiento escolar y la dependencia de servicios de bienestar social a largo plazo.
La pobreza y las dificultades económicas tienen un impacto directo en los niveles de estrés de la familia y la comunidad, lo que a su vez lleva a una mayor incidencia de violencia, incluida la violencia doméstica y la violencia en la calle. La pobreza también socava los sistemas de apoyo; sean estos las estructuras informales que normalmente proporcionan apoyo mutuo entre los miembros de la comunidad en tiempos difíciles, o las estructuras formales tales como redes de seguridad económica y servicios sociales. (ONU)